España es un país en el que el sector restauración lidera la economía por encima del resto. Los bares, restaurantes y demás negocios similares abundan en todas las ciudades y pueblos. Tanto es así que España presenta el índice más alto de bares per cápita, en el que por cada 270 habitantes hay un bar.
No obstante, dentro de este gigante de los sectores económicos, hay todo un mundo de factores y circunstancias que definen su morfología. Principalmente, destaca por ser un sector en el que los cambios predominan en todo momento. Así mismo, algunos de estos cambios se caracterizan por su inmediatez, sin embargo, otros se fraguan con el tiempo y son mucho más lentos, por lo que tardan más en hacerse evidentes.
Precisamente, en este momento el sector Horeca se encuentra atravesando uno de esos cambios, que poco tienen que ver con otras tendencias más pasajeras. Los acontecimientos recientes han ido moldeando un nuevo paradigma en la hostelería y la restauración, en el que los restaurantes superan a los bares. Así lo reflejan los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que muestran una pérdida del 13% de los bares de toda la vida frente a un incremento del 16,8% en el número de restaurantes. Según apuntan los expertos, son muchos los factores que han influido en ello, como el turismo, los cambios en las tendencias de consumo y, sobre todo, la despoblación de algunos territorios.
No se trata, por tanto, de un desequilibrio, y menos todavía de una crisis. Estamos más bien ante una reestructuración del sector Horeca, que es fruto de las nuevas necesidades y exigencias de los consumidores, y el aumento de los restaurantes frente al descenso del número de bares, no es más que un reflejo de la capacidad de adaptación de la hostelería y la restauración.
Mientras que unos locales cierran, otros se abren bajo unas condiciones mucho más favorables para el negocio, dado que la inversión es mayor y, junto a ello, también lo es la probabilidad de crecimiento y expansión. Estos nuevos negocios de hostelería y restauración se orientan sobre todo a grandes poblaciones en las que es necesario contar con opciones más comerciales, capaces de hacer frente a la alta demanda de estas regiones. Así mismo, los bares de toda la vida, tabernas, tascas y similares, seguirán teniendo cabida en pequeños municipios en los que no prima la existencia de grandes superficies más propias de las grandes ciudades.